Cuarto y quinto grado participa de un proyecto a nivel provincial incluido en PLEM. "Clases lectoras" propone que estudiantes conformen una comunidad lectora en torno a un mismo título e intercambien producciones escritas luego de la lectura.
El libro propuesto pertenece al autor mendocino Fabián Sevilla.
En clase se trabajan situaciones didácticas que colaboren con el desarrollo lingüístico y cognitivo .
Se creó un Padlet para registrar el trabajo del aula.
Laura sintetizó en primer cuento:
Hace un mes y pico Angurrias robó una canasta que sólo tenía un huevo duro, pero como no tenía sal, decidió guardarlo para cuando lo necesitara en lugar de comérselo.
De repente vio a su almuerzo caminando: unas deliciosas batarazas se dirigían al gallinero y Angurrias las persiguió mientras se relamía.
Como zorromászorro que era, entró sigilosamente al gallinero dando órdenes como un capitán del ejército:
- ¡Quietas, gallinas! ¡Fórmense! ¡Tú, al disco!- ordenó a una gallina- ¡Tú, a la olla! – dijo a otra- ¡Tú al horno con papas!
Así siguió organizando su almuerzo.
En eso apareció Anselmo que había visto al zorro en el gallinero. El zorro asustado les pidió un puñado de plumas a las gallinas para disfrazarse y esconderse de Anselmo y Fermín y prometió que no se las comería.
El más desconfiado de los hombres sentía olor a zorro pero no lo veía, entonces propuso que las gallinas realizaran pruebas: cacarear, darle un beso al gallo y poner un huevo. El zorro cumplió las pruebas, con dificultad, pero las hizo. ¡Hasta un huevo puso! En realidad era el huevo duro que se había robado de la canasta .
Cuando Fermín y Anselmo se dieron cuenta que esa gallina rara era el zorro lo sacaron a escopetazos.
Se crearon nuevas historias a partir de la original. Nara escribió:
Angurrias conoció al ciempiés mientras paseaba por los lados donde el piojo relincha. Lo vio cargando en su espalda una pera dorada. El zorromászorro quedó impactado con el color de la pera y se la imaginaba con un poco de dulce de leche y frutilla en un postre. Pero lo que lo sabía Angurrias era que la pera tenía poderes mágicos y concedía los deseos del corazón a quien la soplara muy suavemente, y que el ciempiés era su guardián.
Angurrias buscó en su bolsillo las últimas monedas para comprarle la pera al ciempiés, pero el custodio de tan poderosa fruta le explicó que no estaba a la venta, mientras lo miraba con desconfianza.
Todos conocían las andanzas del maestro del disfraz, por lo que el ciempiés le agradeció el hecho de que no intentara arrebatársela y le ofreció que pidiera un deseo, un deseo de lo más profundo de su corazón.
El zorromászorro cerró los ojos, pensó en lo que más deseaba en el mundo, sopló suavemente la pera dorada y de repente, por arte de magia, un gran banquete digno de reyes apareció ante Angurrias: gallinas con papas, gallinas al horno, gallinas fritas, gallinas con chimichurri… ¡Cosa de no creer!
El zorro comió tanto tanto tanto hasta que no le entró ni un gramo más de gallina. ¡Pero se agarró un empacho empacho empacho que lo tuvo en baño durante 7 días! Desde entonces, según el sapo refranero, cuando nuestro amigo vulpino piensa en gallinas le dan arcada de todos los colores.
Hoy, el zorromászorro es el único zorro vegetariano de los lados donde el piojo relincha.
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